Enamorado de la naturaleza paraguaya, se instaló por más de cuatro décadas en las profundidades del cerro Ybytyruzú.

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Harold Von Schocher nació en Austria y llegó a nuestro país con su familia en diciembre de 1932, cuando tenía solo cuatro años de edad. Y aunque pasó por muchas cosas en la vida, con 91 años el hombre recuerda su hazaña más grande: el día que decidió dejar todo para ir a vivir en las profundidades del cerro Ybytyruzú.
En aquel entonces, junto a sus padres y un hermano se instalaron en Cañada, Tape Ka’aguy, en la zona de Villarrica, donde se dedicaron principalmente a la agricultura. “Mi padre también actuaba como médico rural. Le ayudaba a los campesinos para atender la salud”, relató don Harold.
“Yo trabajaba primero en la azucarera y luego me fui a Asunción. Luego me tocaron unas vacaciones y conocí a unos alemanes que vivían en un cerro, entonces yo también quería vivir así cuando vi cómo vivían. Me gustó demasiado la vida de ellos”, contó.

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En años 50 don Harold se casó en Asunción, pero volvió a Villarrica para poder cumplir su sueño: vivir rodeado de la naturaleza. “La verdad que fue siempre mi sueño dorado y finalmente tuve la energía para concretarlo”, confesó.
“Primero fue una casa de ramas y hojas. Después construí una casita de tablillas. A veces tomaba mate y también tereré. Llegué a plantar mandioca, maíz, poroto para mi consumo. Como no era tan aficionado a la carne, no tenía problemas y me manejaba con eso”, detalló el aventurero.
Pese a que se mantenía lejos de la ciudad, él visitaba a su familia y también trabajó por siete años para una empresa de construcción. El abuelo confesó que nunca fue a la escuela, aunque habla muy bien el castellano, alemán, guaraní, portugués y hasta sabe un poco de inglés.

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En la actualidad don Harold ya no está en el monte por cuestiones de salud, es por eso que está al cuidado de su familia que vive a 31 kilómetros del cerro. “Volví porque ya no podía más ni caminar. Me traté un poco y cuando pude caminar, de vuelta fui al cerro. Mi esposa que es médica me preguntó con qué me traté y le dije con baño fluido y mate caliente”, dijo entre risas.
Y aunque gran parte de su vida la pasó solo en el monte, Von Schocher disfruta del cariño de los suyos y no se arrepiente de nada, ya que asegura que “cada edad tiene su propio encanto”. ¿Vos qué opinás de esta historia?
Fuente: hoy.com.py¿Ya estás registrado? Hacé click aquí.
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