Javier, el joven ladrón que asaltó a la familia Beccar, forma parte del equipo que la organización formó en la cárcel. Cuando Tomás se enteró de esto fue hasta allá para jugar con él durante el entrenamiento, pero no como rivales. Ambos estaban en el mismo equipo, en un hermoso gesto de perdón y solidaridad. “Me invitó mi entrenador, porque sabía que estaba yendo Javier. Fue una experiencia muy linda, aunque la verdad que no hablamos nada con él porque es muy callado”, comentó Tomás a la prensa.

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Javier también tiene 18 años. Su mamá falleció, su hermano está preso y su papá los abandonó. Ya fue detenido en varias ocasiones, y la única visita que recibió en todo este tiempo fue la de su entrenador de rugby. La vida de este muchacho no fue fácil, pero Tomás confía en que el deporte puede mejorar las cosas y darle una nueva esperanza: “Tuvo una vida muy dura, espero que pueda salir”, dijo esperanzado. Tomás asegura que a partir de ahora colaborará con la Fundación para ayudar a otros presos. ¿Qué te parece su actitud?

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