Al darse cuenta de que su salud solo iba empeorando, la adolescente tomó una dolorosa determinación.
En el mes de agosto, Jerika va a desconectar el ventilador con el cual respira y dejará de vivir. «Yo he seguido adelante. No quería hacer daño a mi madre, no quería hacer daño a mi familia. Yo quería seguir luchando y luchando. Pero no tengo vida», es lo que explicó.
Pero pese a todos los problemas, la joven no renuncia a sus sueños y por eso está organizando un divertido baile, el primero y el último en su vida.
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