Al verlos llorar desconsolados, los pequeños del Barcelona tuvieron un hermoso gesto digno de admirar: se acercaron a los jugadores del Omya para consolarlos. Con palabras de aliento, abrazos y palmaditas en la espalda, les demostraron que ellos también eran campeones por haber llegado hasta allí, que tenían todo un futuro por delante y nada estaba perdido.

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El noble gesto de estos niños recorrió el mundo, dejando una gran enseñanza a los deportistas profesionales. El amor por el deporte, el respeto al rival y los valores humanos, son más importantes que cualquier competencia, no importa lo que diga el marcador. ¡Se merecen un aplauso!
Fuente: Upsocl
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