Durante décadas, la sociedad nos impuso roles muy diferenciados para hombres y mujeres. Trabajos como la construcción, la electricidad o la mecánica, siempre fueron considerados “rudos” y masculinos; mientras que actividades como la peluquería o la cocina se destinaron en especial a las mujeres.

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Sin embargo, con el paso del tiempo esta estructura fue evolucionando. Ahora ya no resulta extraño ver mujeres albañiles y hombres cocineros; y la historia que vas a leer a continuación es un ejemplo de que los prejuicios sobre los roles de género están quedando atrás.

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