Por lo general y debido a nuestro estilo de vida sedentario, pese al aumento de la glucosa no siempre se llega a efectuar el desgaste de energía posterior. Entonces este alimento de las células acaba por convertirse en grasa, que se localiza en lugares como el abdomen. De esta forma ocurre lo inevitable: engordamos.

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La nutricionista Susana Aranda asegura: “es sabido que cuando una persona comienza un plan de descenso de peso -según el tipo de dieta y cuán restrictiva sea-, esto puede causar irritación, mal humor, melancolía y hasta puede exacerbar la depresión. Depende de lo restrictiva en calorías que sea la dieta”.

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