Javier Cáceres tiene 22 años y tiempo atrás -como muchos otros jóvenes de su edad- estaba pensando seriamente qué carrera elegir para su futuro. Después de mucho analizar finalmente optó por seguir Medicina; sin embargo, esta carrera resultaba muy costosa pues su familia no contaba con los recursos suficientes para pagarla. Pero decidido a estudiar, el muchacho comenzó a trabajar como empaquetador en un supermercado, hasta que consiguió dinero suficiente para pagar su cursillo de ingreso y algunos libros.

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Nada parecía detener a este decidido adolescente hasta que sucedió algo inesperado: “Llega un día mi primo a casa y me empieza a hablar de la carrera de aviación, él estaba estudiando ya la parte teórica y como nosotros vivimos en Fernando siempre vimos pasar aviones por sobre nuestra casa, porque esa es la ruta que utilizan. Y de ver todos los días aviones como que me llamó la atención”, relató Javier. Fue así que, con la firmeza que lo caracteriza, se acercó hasta la INAC (Instituto Nacional de Aeronáutica Civil), se inscribió en un curso y comenzó una nueva aventura en su vida.

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Cuatro años pasaron de aquel día y Javier ya está a punto de conseguir su licencia de piloto privado. Sin embargo, aún debe cumplir con algunas clases de teoría y horas de vuelo, un requisito indispensable para culminar la carrera: “Nos vamos a los hangares pescando vuelos para que nos lleven como copilotos, porque ahí conseguís dos cosas: experiencia y horas de vuelos que luego sirven para hacer otro tipo de cursos”, explicó.

Es por eso que su lucha continúa y está buscando un trabajo nocturno que le permita juntar dinero y así llegar a la meta. “Mi idea es trabajar como mesero en algún bar o restaurante de noche y con eso poder juntar plata para poder seguir porque recién empieza”, contó el estudiante. No hay dudas de que con su perseverancia y esfuerzo, llegará muy alto en los cielos. ¡Mucha fuerza!