Dicha información fue cruzada con un estudio similar realizado en Alemania, en el que dentro de un grupo de 4.100 personas, aquellos con hábitos alimenticios vegetarianos y veganos tenían un 5 % más de predisposición a las conductas depresivas.

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Pero para los investigadores de Bristol estos resultados tienen bastante sentido: comer es una actividad que provoca placer, y al alejarnos de ciertos sabores o alimentos que antes nos gustaban, se generan estado emocionales negativos como el enojo, la ansiedad o la depresión. Y aunque parezca solo una cuestión de gustos o casualidad, va mucho más allá: todo se debe a la falta de vitaminas y minerales como la B12, que son proveídos por los alimentos de origen animal y afectan directamente a la salud mental.

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