La historia del gigante de Cardiff es realmente curiosa. En el año 1869 en una granja de Cardiff, en Gales, se encontró algo jamás antes visto. A tres metros bajo tierra hallaron un “gigante” petrificado de tres metros de longitud. Aunque todo el mundo quedó estupefacto, resultó ser un fraude: un comerciante de tabaco llamado George Hull, pagó a un escultor para construir al gigante y dar publicidad a la zona. La verdad no se supo sino hasta un año después.

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Paul Kammerer fue un hombre muy admirado de su época y muchos lo consideraban el sucesor de Charles Darwin. El científico realizaba experimentos apareando sapos. Aunque estos animales se aparean en la tierra, él consiguió que lo hicieran en el agua. Allí supuestamente desarrollaban como unas espinas que hacían que no se resbalaran durante el coito; tiempo después se demostró que el propio Kammerer pintó las espinas. Este episodio le costó todo su prestigio y un año después se suicidó.

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