Luis Alberto Garcete tiene 45 años y desde hace tres décadas se dedica a vender helados con su carrito. El trabajador recorre los barrios de la capital asuncena, ofreciendo sus productos a grandes y chicos que desean refrescarse ante el intenso calor.

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La vida de don Luis es muy sacrificada, pues para trabajar debe recorrer varios kilómetros por día soportando las altas temperaturas. “Jetu’u es el calor, pero qué le vamos a hacer. Si no aguanto, no vendo nada”, comentó el heladero ambulante.
Pero este trabajador experimentado sabe cómo combatir el calor, y para mantenerse fresco moja dos hojas de la planta conocida como “sombrilla” y las coloca debajo de su quepis. Además tiene su termo lleno de agua fría y unas zapatillas cómodas para todo andar.
Su jornada empieza a las 12:30, cuando llega a la heladería para retirar el carrito con los productos. Ya para las 13:30 comienza a recorrer las calles, hasta las 19:00. “Es muy sacrificado pero deja muy buenas ganancias. Cuando hay venta, al menos 150 palitos vendo, pero hay días que recorrés más de dos barrios y no vendés ni 50”, detalló don Luis.

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El heladero comentó que cuando las ventas no andan muy bien, como buen vendedor usa a sus hijos de ‘carnada’. “Las criaturas, cuando ven que alguien toma el helado, comienzan a pedir también a sus padres, que terminan comprando”, reveló.
Como en los días fríos el helado no es del gusto de todos, este sacrificado trabajador deja su carrito y sale con su canasta de bollos, que él mismo prepara. De esta forma sale adelante con sus cuatro hijos. ¿Qué te pareció esta historia?
Fuente: extra.com.py¿Ya estás registrado? Hacé click aquí.
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