Tres veces a la semana, Noelia comparte con los más pequeños lectura de cuentos, dibujos, música y juegos. Sus compañeras se sienten muy a gusto con ella y están orgullosas de su trabajo. Sus alumnos, por su parte, aman a su maestra que siempre los llena de mimos y mucho amor.

Via univision.com
Esta docente recuerda aquel episodio que vivió en su infancia, cuando otra maestra, igual que ella, la discriminó por tener síndrome de Down. Pero lejos de ponerse triste reflexiona: “Esa maestra para mí es como el cuento que les leo a los chicos: un monstruo triste, que no entiende nada y se equivoca, en cambio yo soy el monstruo feliz”.

Via univision.com
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