Pese a que no contaba con recursos por parte del colegio, Gaona no se dejó vencer y de su propio bolsillo compró una mesa larga, bancos de madera y cuatro tableros de competición, todo para que los estudiantes descubran el fascinante mundo del ajedrez y sus jugadas. Cabe señalar que este juego es recomendado por muchos profesionales, pues desarrolla la habilidad mental al mover las piezas con destreza e inteligencia.

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De esa forma, en un espacio abierto entre las salas de clases funciona el pequeño club casi secreto, que sin embargo despierta grandes y maravillosas ideas en los flamantes jugadores. “El problema es que aquí no hay espacio, faltan aulas por la cantidad de secciones y nuevos bachilleratos que se están abriendo”, agrega el profe Guillermo.

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A pesar de las falencias, este club se sostiene gracias al cariño de sus miembros que día a día se esfuerzan por mejorar. “A mí lo que me gusta es que puedo desarrollar habilidades como la paciencia o el pensamiento lógico”, comentó Alan Muñoz, del primer año de Márketing. Al igual que él, otros adolescentes ya se van sumando a la pasión por el ajedrez y el profesor Gaona – a punto de jubilarse- solo desea que este proyecto siga creciendo y se expanda a todos las instituciones educativas de nuestro país. ¿Qué te parece esta ingeniosa idea?