Cuando éramos pequeños y viajábamos a la playa en vacaciones, una de nuestras principales diversiones era armar figuras en la arena. Podíamos pasar horas frente al mar creando enormes castillos, muñecos y todo tipo de cosas que venían a nuestra imaginación.

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Pero el tiempo pasa y muchos lo olvidan; jugar en la arena termina siendo solo un recuerdo de la infancia. Sin embargo, existen personas que van más allá y convierten a este pasatiempo en todo un arte, deslumbrando con sus creaciones y recorriendo el mundo, tal como ocurrió con el protagonista de esta historia.

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