Quién más, quien menos, ha pasado por una situación vergonzosa alguna vez en la vida. Puede ser aquel primer día de escuela donde tropezaste frente a todos ni bien entraste a clases, o la vez que chocaste contra una puerta de vidrio en la oficina (con todos tus compañeros mirando el lamentable show).

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Los episodios embarazosos pueden ocurrirle a cualquiera y es muy normal que en momentos así lo único que queramos es que nos trague la tierra. Pero según los especialistas, sentir vergüenza no es tan malo como parece y por el contrario, nos puede generar resultados muy positivos con los demás.

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