Permitir que la sensación de culpa reemplace el buen comportamiento: los niños deben prepararse para enfrentar muchas adversidades en la vida, y ser demasiado consentidos puede jugarles en contra. Aunque a veces cueste, es necesario imponerles ciertas negativas para que aprendan la importancia de conseguir las cosas con su propio esfuerzo. Decirles «no» y «ahora no», es beneficioso para que sepan luchar por lo que quieren y lo que necesitan.

“Piénsalo dos veces antes de premiar a los niños con regalos y paseos al centro comercial. Si la relación con tus hijos está basada únicamente en estímulos materiales, ellos no van a sentir ninguna motivación interna ni amor incondicional”.

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No contarles a los hijos los errores de nuestro pasado: llegará el momento en que tu hijo sea adolescente y quiera “abrir sus alas”. En ese momento cometerá sus propios errores y los adultos deben permitírselo. Claro que esto no significa no orientarlo en cosas que aún no conocen, sino todo lo contrario. Para que él pueda sentir una conexión real con tus palabras, podés contarle tus experiencias de juventud y cómo reaccionaste a los mismos problemas que él enfrenta ahora. Eso lo hará entrar en confianza y será mucho más útil que los largos sermones.

“Cuéntales qué sentías cuando tú mismo te enfrentaste a situaciones parecidas, cómo reaccionaste y qué aprendiste de eso”.

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