Preguntemos qué quiere de nosotros. Aunque tengamos mucha curiosidad por saber qué ha sucedido, una de las primeras preguntas que deberíamos hacer es: ¿qué puedo hacer por vos? Ahí es cuando realmente comienza el apoyo emocional. Dejemos las averiguaciones para más tarde; lo principal es priorizar a la persona que necesita de nosotros en ese momento.
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Escuchemos lo que nos dice. Saber escuchar es fundamental para brindar apoyo. Así permitimos que la persona triste de desahogue y libere sus tensiones. No la satures con consejos o actividades impuestas; apoyar es prestar atención a las necesidades del otro y practicar la escucha activa para entender mejor sus sentimientos. Lo ideal es hablar solo lo necesario y dar espacio a que la persona triste se exprese.
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