Poner excusas, una y otra vez. Muchas veces usamos miles de pretextos como la falta de tiempo, el cansancio u otros problemas, para evitar aquello que sabemos que tenemos que hacer. Si te pasás la vida procrastinando, con el tiempo vas a darte cuenta que todas esas excusas no te permitieron realizar importantes sueños de tu vida.
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Querer encajar. Cuando queremos agradar a otras personas solo por tener alguien con quien pasar el rato, corremos el peligro de caer en lugares equivocados e intentamos convencernos de que tenemos que cambiar para que otros nos acepten. Nada está más alejado de la realidad: quienes realmente te valoran siempre lo harán por tu forma de ser y no por lo que aparentas. Así que evitá este mal hábito que solo hace mal y nos priva de nuestra mejor versión.
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