No sienten vergüenza. Este sentimiento se va aprendiendo con la edad y a los niños no les preocupa qué dirán los demás. Cuando somos adultos, la vergüenza nos frena a la hora de intentar cosas nuevas.

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Celebran cada logro. Los adultos solemos ser muy exigentes y autocríticos con nuestros logros, mientras que para ellos cada pequeño avance es una gran victoria. Si has conseguido un triunfo, es digno de celebrarse sin importar su tamaño, ya que cada uno nos acerca más a nuestros sueños.

A pesar de su corta edad, los pequeñitos realmente son grandes maestros. ¿Cuál de estas lecciones vas a poner en práctica?

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